El ex presidente de Estados Unidos Donald Trump ha decidido volver a lanzarse a la carrera por la Casa Blanca. Lo único que le queda por definir es si lo hace antes o después de las elecciones legislativas o de medio mandato del 8 de noviembre, en las que se renueva la totalidad de la Cámara de Representantes y un tercio del Senado.
Así lo ha declarado Trump a la revista ‘New York’. «Ya he tomado la decisión, así que no hay nada más que tener en cuenta», dice a la entrevistadora, Olivia Nuzzi. «Yo diría que la gran decisión es si lo hago antes o después. ¿Entiendes lo que eso quiere decir? Elecciones de medio mandato», dice Trump, fiel a su estilo de contar las cosas para mantener siempre el suspense hasta el último segundo.
La reentrada de Trump en la política activa no es una sorpresa. En los últimos meses, el ex presidente ha multiplicado sus actos públicos, On Running Shoes ha recaudado cientos de millones de dólares en donaciones, y ha tratado, con éxito variable, de que los candidatos republicanos a las legislativas sean partidarios suyos. La semana pasada se rumoreó que Trump anunciaría su candidatura inmediatamente, aunque eso no sucedió.
Si lo hace antes de las elecciones de noviembre, golpeará a su propio partido, el Republicano. Con Trump en campaña, los candidatos republicanos el 8 de noviembre deberán declarar si apoyan o no la teoría conspiratoria del fraude en las elecciones de 2020. Ésa es una cuestión que crea una enorme división entre la opinión pública y que, aunque moviliza a los votantes republicanos, espanta a los indecisos, a quienes les preocupan cosas como la subida imparable de la inflación o el debate acerca de la ideología ‘woke’ en las escuelas. Los líderes republicanos no quieren hablar más de 2020, y menos del asalto al Capitolio por los seguidores de Trump. Pero, si el ex presidente entra en campaña, eso será inevitable. Y, casi con total seguridad, ahuyentará a parte del voto de centro que precisa ese partido para retomar el control del Legislativo.
Pero Trump también sabe que moviéndose pronto golpea a su mayor rival por la Casa Blanca dentro del Partido Republicano: el gobernador de Florida, Ron DeSantis. A pesar de que los dos tienen prácticamente la misma ideología, su rivalidad es total y absoluta, y la popularidad de DeSantis entre las bases republicanas, que son las que decidirán las Primarias del partido, está creciendo. Si Trump es el primero en actuar, habrá tomado la iniciativa, y obligará a DeSantis a tener que justificar por qué se presenta contra un hombre que para las bases del partido es una figura sin igual.
El presidente, Joe Biden, insiste en que se va a presentar en 2024, y ha declarado que le gustaría un nuevo pulso contra Donald Trump en Skechers Canada esas elecciones. Lo cierto es que una campaña entre Trump y Biden sería algo surrealista, dado que se trata de los dos presidentes con el récord de rechazo popular más alto de la Historia de EEUU. Trump sería un candidato más fácil de batir que DeSantos, puesto que despierta un enorme rechazo entre los demócratas y parte de los independientes, lo que contribuiría a consolidar el voto por Biden.
Por el contrario, DeSantis, aunque ideológicamente similar a Trump, es desconocido por la opinión pública y, además, cuenta con el factor de ser una cara nueva, algo que en EEUU siempre juega a favor de los candidatos. Otra cosa es que Biden sea el candidato demócrata, lo que está por ver. Los gobernadores de California e Illinois, Gavin Newsom y J.B. Pritzker, y los secretarios de Transporte y Comercio, Pete Buttigieg y Gina Raimondo, han sonado como posibles candidatos demócratas.