
Piscina donde se encuentran sumergodas las varillas de combustible nuclear, en la ‘sala de combustible’ del segundo reactor de la central de Almaraz, a la espera de ser introducidas en la vasija nuclear, que se encuentra en la «sala de contención’ contigua.CNAT
El reactor 2 de la central extremeña estará parado hasta el 8 de noviembre para renovar las varillas con uranio enriquecido ya gastado e inspeccionar y hacer mantenimiento de todas sus partes. De fondo, la continuidad de una instalación cuyas propietarias, Iberdrola, Endesa y Naturgy, ya han trasladado al Gobierno su disposición para prorrogar su actividad.
El reactor número dos de la central nuclear de Almaraz está parado desde el 5 de octubre. Ese día empezó el mes largo en el que un ejército de físicos, ingenieros, mecánicos y todo tipo de profesionales, de la planta y contratados para la ocasión, se encuentran revisando y haciendo mantenimiento de sus componentes. Pero sobre todo, renovando las varillas en las que se insertan las pastillas de uranio enriquecido que, una vez dentro de la vasija nuclear, hacen funcionar y, con ello, generar electricidad, a una de las dos unidades de una central que, si no hay una decisión en contrario, más cercana tiene la fecha de cierre, entre 2027 y 2028. De momento, Almaraz está en el ecuador de la antepenúltima vez en que se produzca el momento tan «importante» que supone recargar combustible nuclear. Según el calendario de cierre vigente, al reactor número 2 todavía le quedará una más. La del reactor número 1, solo la recarga de la primavera del año que viene antes de echar el cierre, se supone, en octubre de 2026.
La gran turbina del reactor 2 está abierta y sus rotores están siendo inspeccionados en la semana tres, en la que se encuentran los trabajos de recarga de combustible, un proceso meticulosamente preparado durante meses y con un calendario muy preciso sobre lo que hay que hacer en cada momento. A mitad del proceso de recarga -que empezó en la primera semana con el desacoplamiento del reactor de la red eléctrica y su enfriamiento y que terminará en la quinta, con las pruebas finales y el arranque-, lo que toca ahora rematar las inspecciones. Por ejemplo, de la turbina y los rotores que dentro de ella que hacen girar un peso de 150 toneladas a una velocidad de 25 vueltas por segundo, para mantener la inercia que contribuye a estabilizar la tensión de la red que no fue posible mantener a raya el día del apagón. Estos días no hacen nada de eso y sus distintas partes se exhiben listas para el paso de revista al lado de la turbina del reactor 1, en funcionamiento.
Una semana después de que se vaciara la vasija del reactor de varillas de combustible y robots entraran para inspeccionarla, lo que también ocurre en esta tercera semana es que ya están en marcha los preparativos para volver a introducir allí las varillas con el combustible nuevo y otras en las que todavía no está todavía gastado. En total, el reactor funciona con unas 150 estructuras metálicas de unos 30 metros de largo y compuestas por las varillas dentro de las que se introducen las pastillas de uranio enriquecido, que se hacen radiactivas dentro de la vasija, donde se produce la reacción nuclear. Esto ocurre en la llamada ‘sala de contención’ dentro de la zona controlada del reactor, a la que se accede entre fuertes medidas de seguridad y de protección.
El uranio en la piscina antes de ser introducido en la vasija
Antes de llegar a ella, y tras subir varios tramos de escaleras hasta la cota 240 metros, está la ‘sala de combustible’, con una gran piscina en la que se encuentran sumergidas las barras, tanto las que tienen pastillas de uranio totalmente nuevas -un poco más de un tercio- como las que no lo son y se volverán a colocar en la vasija. Siempre en vertical y en el mismo orden y lugar que ocupan en la piscina. Desde allí se introducirán en la vasija mediante unas grúas que cada vez que s cambia el combustible -esta vez también- primero habrá hecho una prueba con una estructura de varillas vacías de pastillas de uranio pero con el mismo peso y forma de las que se introducirán para permitir la fusión del núcleo y generar electricidad.
«La recarga es un momento muy importante«, asegura Antonio Calero, jefe de Soporte Técnico y Planificación de Recargas de Almaraz, que asevera también que nada se deja a la improvisación ni queda excluida de evaluación posterior. Ha sido planificada durante meses. Tantos, que en buena medida se solapan los preparativos de la recarga en uno de los dos reactores con la recarga efectiva en el otro, en una central que, junto con la de Ascó, es la única que tiene dos reactores, pero prácticamente con el mismo número de trabajadores que en las centrales con solo uno. «Somos muy eficientes«, aseguran profesionales que, como haya «un tema» en el el reactor 1, en funcionamiento, tendrán que encargarse también de él.
Cualquier situación debería abordarse desde la ‘sala de control’ unos pisos más arriba de la sala de turbinas, antes de acceder al reactor. Hay una por cada una, una frente a otra. Con sus inconfundibles paredes verdes llenas de botones, luces y monitores, allí es donde se vivieron los segundos más tensos nada más producirse el apagón del pasado 28 de abril, hasta comprobar que la central no había sufrido daños. «Fueron segundos, pero se hicieron muy largos», recuerda uno de sus responsables. Las dos salas de control son gemelas pero en estos días hay evidentes diferencias. Mientras que la del reactor 1 funciona con normalidad, dando por ejemplo los valores de generación de electricidad o de tensión de red, en la del reactor 2 están sellados prácticamente todas sus funciones, con etiquetas en botones y palancas, a la espera de que terminen todas las revisiones y se recupere la actividad. En esta 29 recarga de combustible, el 84% de las 9.790 actividades previstas es de tipo preventivo, y el 16% restante -1.845-, específico.
Menos trabajadores por la «cercanía» del cierre
La primera vez que hace 40 años se cargó combustible en la central de Almaraz, el proceso tardó 92 días. En los siguientes años, fue posible recortar la duración a los dos meses, hasta llegar a la que está en marcha en estos momentos, la número 29 de su existencia, prevista para durar 33,5 días, desde el 5 de octubre hasta el 8 de noviembre. Durante todo este tiempo, el reactor 2 permanecerá parado y solo sigue produciendo electricidad el reactor número 1, el más cercano al cierre de los siete que existen en España. En su caso, la última recarga de combustible se hizo en octubre de 2024 y, con una separación entre una y otra, que ahora es de 18 meses, la próxima será en la primavera del año que viene. La próxima y quizá la última, si el Gobierno no autoriza la extensión de su vida útil, como ya se preparan para pedir formalmente las tres propietarias, Iberdrola, Endesa y Naturgy.
La central nuclear de Almaraz se encuentra en un momento «precese» y en un compás de espera sobre su futuro que se nota en la cantidad de trabajadores que han sido contratados esta vez para recargar el combustible. Si normalmente se recurría a 1.200 profesionales para la ocasión, esta vez se ha contratado a 200 menos «por la cercanía del cierre», explican en su órgano de dirección, conjunta con la central de Trillo, el CNAT, donde se advierte también de la «pérdida del efecto tractor sobre otras industrias y negocios del entorno».
Lo habitual es que los físicos, ingenieros o mecánicos que trabajan en la recarga de combustible de Almaraz lo hayan hecho también en otras centrales nucleares españolas, en un trabajo intensivo, en el que pueden acumularse 450.000 horas por persona trabajadas, pero que después da derecho a recuperar hasta el 200 o el 300%, es decir, por cada día trabajado, librar -y cobrar- dos o tres jornadas, al final de todo el proceso. De manera habitual, el 70% del personal de la central de Almaraz es de la zona. Los perfiles profesionales que intervienen son muy distintos, pero todos reciben una formación específica en recarga durante dos días. «Aquí no entra nadie y a los cinco minutos ya trabaja, no», advierte Calero, responsable de un proceso que requiere de hasta 15 reuniones diarias para hacer seguimiento, desde la de «entrada» a las seis de la mañana, hasta la de «salida» a las dos de la madrugada del día siguiente, donde se analiza cada tarea, también bajo la óptica de los riesgos y de la seguridad. «No hay tarea en la que no se haga un análisis de riesgos», dice el jefe de Recarga.
El parón del reactor 2 se comunicó hace meses a Red Eléctrica. Cuando llegue la fecha, se volverá a contactar para anunciarle que ya podrá volver a contar con él para producir electricidad y también dar respaldo al sistema y controlar la tensión, algo que por el momento sólo pueden hacer las tecnologías síncronas, entre las que las centrales nucleares son las que más inercia aportan y mejor pueden mantener la frecuencia de la red en los necesarios 50 hercios. Este «acoplamiento» de nuevo a la red eléctrica está previsto para las 12 horas del sábado 8 de noviembre, pero se comunicará formalmente a Red Eléctrica cuando se aproxime la fecha. Para entonces, quizá ya haya una carta formal para solicitar la prórroga al Gobierno y el futuro de Almaraz empiece a estar un poco más claro.