Varias personas celebran los ataques de Irán contra Israel.
El ataque de Irán a Israel en la noche del sábado supone un nuevo impulso a la escalada de tensión en Oriente, que amenaza con convertir la guerra en Gaza en un conflicto regional a gran escala. Aunque el ataque era esperado tras un ataque contra el consulado iraní en Damasco (y del que Teherán acusa a Israel), este solo ha sido el detonante para reavivar una vieja rivalidad que parece más intensa que nunca: es la primera vez que Irán ataca directamente territorio israelí.
La enemistad entre el Estado judío y la República Islámica es latente en las tensiones en Oriente Medio desde hace décadas, y subyace en los conflictos que Israel ha tenido con sus enemigos en la región a lo largo de la historia, aunque no siempre fue así: ¿Cuál es el origen de la relación entre ambos países y cuál es su efecto en la guerra de Gaza?
El régimen iraní es contrario a la existencia de Israel
Terminada la Segunda Guerra Mundial, en 1948 Naciones Unidas resolvió la creación del Estado de Israel en el territorio de la región histórica de Palestina, lo que supuso la partición de este territorio y la migración forzosa de sus poblaciones hacia Gaza y Cisjordania. A este plan se opusieron los estados árabes de la región, entre ellos Irán. Sin embargo, el país reconoció al Estado judío apenas dos años después y mantuvo relaciones cordiales con Israel hasta que todo cambio a finales de los años 70.
Hasta 1979, Irán era una monarquía gobernada por los shas de la dinastía Pahlevi, y uno de los principales aliados de Estados Unidos y los intereses occidentales en la región; también de Israel, con quien mantuvo una provechosa relación diplomática y económica.
Todo cambió ese año con el triunfo de la Revolución iraní o la «Revolución islámica»: el ascenso al poder de un influyente líder religioso, el ayatolá Jomeini, y sus partidarios, supuso la instauración de un régimen teocrático (basado en el imperio de la ley islámica) chíi. Entre otras señas de identidad estaba su rechazo al «imperalismo» estadounidense y a la propia existencia de Israel: el nuevo régimen acusaba a Israel de ser un «Pequeño Satán» al servicio de Estados Unidos y de oprimir a los palestinos, con quien muchos de los nuevos líderes iraníes habían combatido en Líbano contra las tropas israelíes.