Son pocos los casos de alumnos que destacan deportivamente hasta ser considerados deportistas del alto rendimiento por sus respectivas federaciones. Pero quizás son más de los que pensamos. Y con alumnos me refiero a jóvenes de 16 o 17 años que han descubierto en el deporte su forma de vivir y de ser ellos mismos.
Pero claro, no somos del todo conscientes de que una persona de esta edad tiene más obligaciones, completamente necesarias, fuera de esta faceta de sus vidas. Y con esto me estoy refiriendo a la parte académica de los jóvenes, porque estudiar y entrenar a alto nivel nunca fue fácil.
Hay quienes asumen el reto de estudiar bachillerato y una carrera universitaria después, mientras son campeones de España y representan a nuestro país en competiciones internacionales.
Lo hacen siendo conscientes y asumiendo el desgaste físico, psíquico y emocional que va a suponer para ellos, pues estudios y deporte son dos facetas de la vida que exigen el 110% de cada uno para lograr sus objetivos.
Un camino de sacrificio
Trataré de explicarlo para todo aquel que no sea capaz de entenderlo. Existe un desgaste físico, pues muchos de ellos (la gran mayoría) renuncian en muchas ocasiones a horas de sueño por estudiar y así no faltar a una sesión de entrenamiento, por ejemplo.
Psíquico porque no es fácil ganar un campeonato de España, con toda la adrenalina y felicidad que esto supone, y tener examen de mates o de historia al día siguiente.
Emocional porque probablemente estén renunciando para llegar a estas dos facetas, a cualquier otra cosa que haría un adolescente común.
Y con esto no quiero decir que esto merezca premiarse algo así, pues como he dicho anteriormente, son los propios deportistas los que eligen el camino que siguen asumiendo las consecuencias, pero quizá sí que debería de ayudarse o valorarse un poco más.
Notas y entrenamientos
Dentro del aula hay alumnos sobresalientes que sacan notas por encima del 9,5 y se les aplaude y se les felicita (como es normal), pero también hay otros alumnos que quizá su talento no esté en estudiar folios y folios de filosofía o en resolver funciones matemáticas; esos alumnos quizá tengan su talento natural en una cancha de baloncesto o en una pista de atletismo.
Y además, muchos de estos deportistas son, probablemente, alumnos excelentes que igual no tienen notas tan excelentes porque están dedicando entre 15 y 20 horas semanales a entrenar y competir.
Es por ello que además estos jóvenes son personas con una capacidad de organización y de trabajar de forma eficiente que está por encima de lo normal. Y todo esto, no se valora.
Por no hablar de todos aquellos valores que les aporta el deporte, que luego son capaces de extrapolar a la parte académica de la historia. Porque constancia, espíritu de sacrificio y esfuerzo se pueden ver reflejados en ambas partes de sus vidas.
Desplazarse a otra comunidad
Y entonces llega el momento en que muchos de ellos se ven ‘obligados’ a desplazarse a los centros de alto rendimiento que hay repartidos por distintas ciudades de nuestro país, dejando atrás familia, amigos y rutina. Y lo que es peor, en muchos casos soportando comentarios y quejas porque uno se cambia de federación o de club.
Pero es que cómo no se van a desplazar a estos pocos sitios, si además de tener unas facilidades deportivas muy superiores, tienen ayudas a nivel académico que les permiten compaginar estudios y deporte de manera satisfactoria para ellos mismos y sus familias (que ojo, muchas veces no se pueden permitir este cambio y es ahí donde puede empezar a fallar un deportista).
Así pues, no nos quejemos de perder a los deportistas de la comunidad si en la práctica no se les ofrecen ayudas, o no las necesarias, para que puedan seguir haciendo en sus ciudades de residencia, lo que les gusta mientras buscan unos estudios para el futuro.
Nadie les dijo que fuera fácil y aún así ellos lo siguen intentando. Sí luego no salen deportistas, que no sea porque desde pequeños tanto ellos como sus familias han dejado de luchar por llegar a lo más alto, con todo lo que ello conlleva y lo poco valorado y visibilizado que está.