Los comerciantes de la capital de Zimbabue llevan toda la semana yendo al mercado con zapatos abiertos para desmontar los delirantes rumores que hablan de tráfico de dedos de los pies para paliar problemas económicos y practicar brujería.
A pesar del frío del invierno austral, durante los últimos días «hemos venido con calzado abierto para mostrar que no estamos involucrados en la brujería», confiesa a la AFP Tafadwa Murengwa, de 29 años, en el parking del centro comercial Ximex.
Desde hace algunos días, corre en este empobrecido país el rumor de que se venden dedos de los pies a cambio de miles de dólares, y que los comerciantes de Ximex portaban zapatos cerrados para ocultar su participación en este rentable mercado negro.
Un dedo se vende por «20.000 o 40.000 dólares» según su tamaño, afirma un mensaje de Twitter del 30 de mayo, que acusa al gobierno de este tráfico desesperado por su «incapacidad para crear empleo». El texto va acompañado con algunas fotos: una pinza con un dedo pequeño, un pie amputado de su dedo gordo, otro con una venda.
También hay videos, como uno en el que se ve a un hombre sangrando del pie que pide las llaves del Range Rover que le han prometido por su dedo. U otro en el que un hombre cojeando se sube a bordo de su nuevo carro.
Este rumor parte de una creencia tradicional que afirma que los curanderos dejaban pudrirse hasta que se cayera el dedo a sus pacientes, con la promesa de conseguir grandes riquezas.
Estas historias servían sobre todo para burlarse de los nuevos ricos y sus carros de lujos.
El carácter dudoso de esta historia no desmotivó a los curiosos que vienen al centro comercial para disipar sus dudas. Sin embargo, cuando llegan, los dedos de los comerciantes están intactos.
El diario The Herald publicó este semana el testimonio de un comerciante que afirmaba ser agente de dedos. Pero este mismo se retractó al día siguiente, afirmando estar borracho cuando lo dijo.
El viceministro de Información, Kindness Paradza, durante una visita al centro comercial Ximex afirmó que esta historia era una farsa «para empañar la reputación del país».